TELL MAGAZINE OCTUBRE 2023

67 tell. cl No tiene tres años y ya sabe de hospitalizaciones y tratamientos por culpa de un agresivo cáncer. Sus papás, María Eugenia Aguayo y José Luis Bianchi, están liderando una campaña solidaria para juntar nada menos que 480 millones de pesos, una cifra millonaria que permitirá traer dos drogas que no están en nuestro país y que pueden aumentar su esperanza de vida. En estas páginas, la historia de una pequeña guerrera. Por Macarena Ríos R. / Fotografías gentileza entrevistada @Vamos Pascuala Una lucha incansable E n el séptimo piso de la Clínica Las Condes, en la pieza 5720, una niña de pelo oscuro y ojos grandes juega con masas de colores. La habitación mira hacia la cordillera y se ha convertido en un pequeño reino de paredes blancas que la tiene prisionera cada cierto tiempo por culpa de un extraño cáncer que no se vio venir. Sobre la cama, una mesa se va llenando de platos, tazas, cuchillos y teteras. Susmanitas se afanan en hacer pizzas, frutas y todo lo que se le ocurra, después de todo ella es la chef y más tarde les dará de probar sus creaciones a sus papás y enfermeras de turno. A través de un catéter ubicado en su pecho, se le administra una de las drogas que forma parte de un protocolo alemán que tiene como objetivo disminuir los tumores y mantener la enfermedad a raya. La pequeña se llama Pascuala, tiene dos años y sufre de neuroblastoma. Esta es su primera recaída. UNA HISTORIA DE AMOR “Con José Luis nos conocimos hace catorce años y no nos separamos nunca más, fue un amor que fluyó sin más. Al año y medio nos casamos. Nuestro sueño de ser papás fue un proceso bien largo y difícil, con muchas emociones encontradas y varios tratamientos que se extendieron por ocho años. Cuando perdimos nuestra última guagua nos abrimos a la opción de adoptar y ser familia”, cuenta María Eugenia. “Un día nos llamaron de la Fundación San José para decirnos que íbamos a ser papás, que nuestra guagua nos estaba esperando, que tenía dos meses y medio, pesaba tres kilos y se llamaba Pascuala. Fue un estallido de alegría, no solo nuestro sino de toda la familia, los amigos, nuestra tribu, nuestro clan. Creo que fue la espera más comunitaria de un hijo. La Pascuala ha sido la guaguamás deseada, más esperada, más amada y más soñada del mundo”.

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