TELL MAGAZINE NOVIEMBRE 2022
36 tell. cl Z anahorias de “dos patas”, cebollas muy grandes, paltas muy pequeñas, pepinos deformes, manza- nas con marcas, espárragos curvados o tomates de distinto color, que no afectan su inocuidad ni propiedades, son parte de lo que ofrece el ecom- merce Maifud, seleccionado, en octubre, dentro de las cincuenta innovaciones del 2022 por parte del Catálogo de In- novación Alimentaria, Transforma Alimentos, de CORFO. “Somos el primer mercado al detalle en Chile que aborda el problema del des- perdicio de alimentos, conectándonos directamente con producto- res locales para rescatar, a precio justo, la ‘producción imperfecta’ que de otra manera se perdería”, cuenta el fundador de Maifud, Darío Contreras Levy. Desde pequeño, Darío tuvo una gran conexión con el campo y el valor de los alimentos. “Me crié en Copiapó, en una parcela con frutales, vivía arriba de los árboles, me subía a comer damascos, peras o uvas. Mi abuelo, por otro lado, era agricultor en el sur e íba- mos a ayudarlo en tiempo de cosecha de cereales. En casa de mis abuelos siempre comíamos lo que venía directamente del huerto, se cosechaban choclos, papas, porotos verdes… y sabía todo el esfuerzo que había detrás para producirlos”. Decidió estudiar Ingeniería Civil en la Pontificia Universidad Católica de Santiago y trabajó cerca de doce años en empresas corporati- vas en temas financieros, pero el hacer algo por lo medioambiental siempre estaba en su cabeza. “En el 2010me fui a vivir solo, me hice cargo de una casa y descubrí la cantidad de comida que se puede desperdiciar. Así que hice un huerto en mi balcón, empecé a reciclar y a separar mi basura. Pero sentía que debía hacer algo más”. Se estima que un 40% de toda la comida que se produce en el mundo termina en la basura. De este total, un 48% ocurre en los campos, debido principalmente a los estrictos estándares de mercado que se aplican a frutas y verduras. Lo que equivale a 2.500 millones de toneladas anuales. El 2016, ingresó a una agrupación de voluntarios que se dedica- ban a rescatar alimentos y a generar conciencia en la comunidad. “Realizábamos rescates en ferias para ayudar a personas de es- casos recursos, y eso se fue transformando en ir a las cosechas y donar a fundaciones. Así fui conociendo a muchos agricultores de la zona central que botaban cerca de un tercio de lo que pro- ducían, sobre todo hortalizas, porque no lograban los estándares del comercio. Esa experiencia me sirvió también para investigar lo que se estaba haciendo en otras partes del mundo”. ¿Cuándo decides emprender? Como voluntario realicé muchas actividades de corte solidario y de a poco le fui dando la vuelta a emprender, pero siempre relacionado con el desperdicio de alimentos porque esa fue una problemática que me apasionó. Vi una tremenda oportunidad y armé primero una comunidad en redes sociales llamada Maifud (en referencia a my food que significa, en inglés, mi comida), que tenía por objetivo ser una plataforma para que gente te pu- diera compartir comida que le sobraba en sus casas y así no se perdiera. Entonces, en sus inicios, era un proyecto a nivel doméstico. Esta comunidad fue creciendo cada vez más, hoy tenemos más de 10.300 seguidores en Facebook y 43.500 se- guidores en Instagram. ¿Así comienza “El mercado de lo imperfecto” ? Sí, decidí usar la misma marca Maifud y convertirla en un ne- gocio con un impacto social y medio ambiental a través de la web www.maifud.cl . La idea es ir a los campos, rescatar toda la comida descartada a un precio justo, es decir, pagarle al agri- cultor para que no pierda su merma y, a su vez, ofrecerles a mis
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