TELL MAGAZINE ENERO 2025

T quema es diferente, al igual que los esmaltes. El arqui- tecto Jacques Monneraud trabaja la arcilla con un oficio impresionante, imitando el cartón corrugado y sus ondu- laciones en sus creaciones. Brenton Duhan, trabaja la pasta con el negro y blanco solamente, es perfecto en su oficio y construcción de piezas. El proceso es largo, entretenido y hay que tener paciencia. “Partes haciendo una pieza con molde o torno para, pos- teriormente, dejarla secar en la sombra. Luego se va al horno entre ocho a doce horas. Después le das color con los esmaltes y esperas a que se seque para volver a hor- nearla durante diez o doce horas más. Y cuando abres el horno la expectación se torna en sorpresa, porque el resultado es impredecible. Es todo mágico e inesperado, porque en el horno los minerales que expele cada pieza pueden intervenir en el color de la otra”. JUGAR CON LA TIERRA Más que hacer clases, para Paula es “juntarse a jugar un rato con la tierra”. Aunque lleva tantos años en esto y no se sienta profesora y diga que no sabe nada, sus clases son muy bienvenidas. “La estructura, la forma, el objeto en sí es cosa de cada una, depende de la mano de cada una, eso no se enseña. La cerámica es intuitiva”. “Lo primero que les digo a mis alumnas es que tienen que pasarlo bien y no deben frustrarse, que la greda es la que manda y hay que tener paciencia. No debes tener expectativas de nada ni esperar la perfección, porque no existe un patrón determinado, esto es muy espontáneo”. Para Paula, la cerámica, así como la cestería, que tam- bién practica, son una tremenda terapia. “Cuando uno ocupa las manos te enfocas en lo que estás haciendo y te desconectas del resto”. El disfrute, la gratitud de estar ahí, afloran de manera automática y se olvida de todo. “Puedo pasar horas en mi taller, el tiempo deja de existir”. En los estantes descansan losas, vírgenes, fuentes, ollas, tazones, pesebres, sagradas familias, platos y lo que a su mente se le ocurra. “La cerámica es mi pasión, me encanta tener mis manos en el barro. El resultado es lo que las manos y la tierra dicen. Muchas veces me siento con la intención de hacer una taza y termino ha- ciendo un cuenco. Y eso es mágico”. Actualmente también hace clases de cestería, que aprendió de su amiga Milene Delaveau. Empezó a ha- cer canastos, a teñir rafia, fibras, cordeles, cordones. Hoy hace canastos con rafia teñida por ella misma con cáscara de cebollas, betarraga, cochayuyo, “puros tintes naturales porque son los más lindos”.

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