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EDICIÓN | Octubre 2018

La gran carrera

Por Maximiliano Mills - www.maxmills.com
La gran carrera

Fue durante un verano en Punta Arenas, a fines de los setenta, cuando vi en la casa de unos tíos donde me alojaba la película La gran carrera. Todavía eran los tiempos con televisores en blanco y negro, y como en esa época Televisión Nacional de Chile no llegaba con su señal en directo hasta Punta Arenas (y su archivo de películas era reducido), deben haberla repetido unas tres o cuatro veces durante ese verano —por lo que volví a verla de principio a fin—, aunque tiene una duración de casi tres horas.

Esta es de esas películas que aunque no la hayas visto desde el comienzo, en la escena que caigas te captura de inmediato, ya sea por su vestuario, por los actores, por las locaciones o por la música, y resulta imposible cambiar de canal. La gran carrera es una comedia estrenada en 1965, protagonizada por un reparto estelar, integrado por Jack Lemmon, Tony Curtis, Natalie Wood, Peter Falk y Vivian Vance. Fue dirigida por Blake Edwards y co-escrita por este junto a Arthur A. Ross. La música fue compuesta por su clásico asociado, el gran Henry Mancini. La película tuvo un presupuesto de doce millones de dólares, lo que la elevó a ser la comedia más cara de la época.

La historia comienza relatando la inmensa rivalidad que existe entre "El Gran Leslie" (Tony Curtis) y el "Profesor Fate" (Jack Lemmon), a comienzos del siglo XX. Leslie es un héroe clásico, siempre vestido de blanco, bien parecido, seductor y exitoso. Su némesis es Fate, el tradicional villano vestido de negro, con bigote y sombrero de copa. Leslie lo desafía a una carrera automovilística desde Nueva York a París. Otros propietarios de automóviles también entran a la carrera, incluyendo el del dueño del periódico más importante de Nueva York. Su auto fue conducido por la periodista Maggie DuBois (Natalie Wood).

El guión está inspirado en el legendario evento automovilístico de 1908, que fue la carrera de Nueva York a París. El auto blanco del protagonista llamado "Leslie Special" fue especialmente construido por Warner Brothers como una réplica, para parecerse lo más posible al "Thomas Flyer", el auto que ganó la carrera Nueva York-París.

La gran carrera es una película imposible de olvidar por su escena con la guerra de las tortas, la que requirió de seis días para ser filmada (se utilizaron más de cuatro mil tortas). La escena dura casi cinco minutos y solo las tortas costaron dieciocho mil dólares. En los anales de la cinematografía es considerada la más grande guerra de tortas jamás filmada.

Si hay algo que verdaderamente extraño en el siglo XXI es cómo ha ido desapareciendo el género de la comedia. No tengo nada contra las escapistas y megalómanas historias nacidas en el universo de las historietas que fueron llevadas al cine, como los súperhéroes de Marvel. O de esa fábrica de mundos paralelos en serie que comenzó con Harry Potter y El señor de los anillos. Pero... ¡cómo extraño las películas de La pantera rosa y su diamante robado! O La fiesta inolvidable (1968) —todas de Blake Edwards—, sin olvidar a la icónica El mundo está loco, loco, loco (1963), No hagan olas (1967), Servicio nocturno (1982), ¿Qué pasa Bob? (1991) o la trilogía de Austin Powers (1997-2002). Aún no encuentro la respuesta para esta sequía-de-comedias, pero quizás es efectivo que hoy el hecho de pasar horas y horas pegados frente a una pantalla luminosa, haya enterrado la más esencial de las manifestaciones humanas: ¡matarnos de la risa!

 

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