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EDICIÓN | Mayo 2017

Su confesión

Caterina Jadresic
Su confesión

De vacaciones en nuestro país, esta modelo y actriz aprovechó de promocionar su primer disco I Confess con un show íntimo en Metanoia, el concept store de la diseñadora Pola Thomson. Con un pasado ligado a la música, era inevitable volver a sus raíces, sobre todo en una ciudad como Nueva York, que exuda talento. “La música estuvo desde mucho antes”. 

Por Macarena Ríos R./fotografía José Luis Urcullú

La primera vez que se subió a un escenario a cantar y se plantó frente a una audiencia fue en Niza a los quince años. “Fui a participar en el concurso Elite Models y si me preguntas ahora, yo creo que esa fue mi primera vez, más que cuando estaba en el colegio o en los festivales. En esa prueba de talentos toqué el piano y canté un cover de Shakira. Fue inolvidable”.

Sencilla y sin maquillaje, Caterina J, el nombre artístico que adoptó hace un par de años en el ambiente musical neoyorkino, resulta una bocanada de aire fresco. Su voz —una voz aterciopelada que calza perfecto con el pop, el rock y el jazz, donde transita su música—, tiene un leve dejo bonaerense, herencia de más de diez años de convivencia con su marido argentino, Sebastián Achaval.

En pocos días volverá a Brooklyn, al yoga, a los ensayos con su banda, a las presentaciones, también al modelaje y a los castings, pero sin la presión que sentía antes, cuando la música no estaba dibujada totalmente en el horizonte. “A estas alturas no transpiro por el modelaje, lo tengo on the side, aunque hago mucho fittings y catálogos”.

 

LA PUERTA AL BLUES

A Caterina le gusta tocar sin anillos. Y aunque en un principio su leit motiv para dejar Chile fue estudiar actuación, nunca dejó la música. Se compró un teclado y entre medio de sus trabajos como modelo y actriz en ciernes, siguió cantando y componiendo, tal como lo había hecho desde siempre. Pero de repente algo pasó. “Poco a poco fui perdiendo el interés por las audiciones. Siempre eran los mismos papeles, de latina o rusa. Cuando iba a los castings era impresionante, porque había diez chicas iguales a mí. Y a veces podías ser mejor actriz que muchas, pero el director prefería a otra, que era igual a mí, pero de ojos verdes. Al final del día me daba cuenta de que no tenía nada que ver con cómo lo había hecho frente a la cámara, sino que había algo más subjetivo que no podía manejar. Con la música es justo lo contrario, depende mucho más de mí”.

Un día cualquiera hizo una sesión de fotos en un estudio de música en el Soho (Singing Serpent’s Studios), y conoció al productor Joel Curry. “Tengo diez canciones, nunca se las he mostrado a nadie, pero me encantaría poder hacer algo con ellas. ¿Cómo empiezo?”, le preguntó. “Ven la próxima semana”, le dijo Curry.

¿Y qué pasó?

Mis canciones eran, básicamente, piano y voz, no tenían mayores arreglos, pero le gustaron mucho. Igual fue fuerte enseñarle tus canciones a alguien que era muy bueno en lo que hacía, porque te muestras tal como eres, te expones. De las diez canciones, elegimos cinco con las que empezamos a trabajar.

 

¿Cómo fue el proceso de grabación?

Fue muy entretenido el proceso de producción en conjunto. Creamos una línea de bajo, otra línea de guitarra, tuvimos sesiones con el baterista. Aprendí a producir e hice mis propios coros y segundas voces.

El trabajo previo de Caterina tocando covers junto al compositor argentino Paco Naveira y con algunas bandas locales ayudó al proceso y al tiempo nació su primer EP.

 

2014

Ese fue el año de la independencia. El año en que Caterina separó aguas y continuó su carrera como solista bajo el nombre de Caterina J. “Produje cuatro canciones —Up and Down, La amas, Sin City y Despierta—, en otro estudio, esta vez sin productor. Grabar esas canciones, tocando y ensayando en vivo, fue mucho más orgánico y ahí nació el disco I Confess, en el que colaboraron muchos músicos entre guitarristas, saxofonistas, bajistas y bateristas.

¿Qué querías confesar con este disco?

Lo que pasa es que las historias de todas mis canciones son bastante personales, bastante íntimas, como Normal life que compuse hace mucho tiempo sobre un pololo que tuve ultra conservador. Este álbum trata de vivencias, de mis vivencias, es como decir, ¿sabes?, te voy a contar algo…

La primera vez que cantó sus canciones en Nueva York fue en el desaparecido restorán-lounge llamado Novecento que quedaba en el Soho. “Estaba nerviosa, ansiosa, nunca antes había mostrado mi música. Tocar en vivo fue una experiencia única”. Más adelante le siguieron otros locales, como The Bitter End, Bowery Electric y Nublu.

 

¿La canción que mejor te identifica?

Up & Down es una canción súper optimista, que habla de seguir adelante a pesar de todo, de seguir la luz a pesar de los altos y bajos que tenemos en nuestra vida.

Admiradora de Fiona Apple y Nina Simone, la “Cate” lleva diez años viviendo en Nueva York, primero en Manhattan y, hace cuatro, en East Williamsburg, el barrio bohemio de Brooklyn. “Hay una comunidad súper grande de músicos, artistas, cantantes y actores jóvenes. Un día a día en esta ciudad es súper power, con castings, audiciones, ensayos con mi banda y shows”.

¿Qué rescatas de vivir afuera?

La gente que vas conociendo en el camino. Convives con otras culturas, otras tradiciones y eso es inmensamente gratificante. Lo lindo que tiene Nueva York es el talento que la rodea. Tú puedes ir a un restorán y te sirve un pintor increíble que acaba de exponer. La gente convive con eso a diario. Hay talento en todos lados.

 

¿Que ha sido lo más difícil?

Los inviernos, que son crudos y deprimentes, pero de alguna forma son buenos para la introspección y para la creación. 

 

¿Pensaste alguna vez en sacar un disco?

Uno de mis sueños era justamente sacar un disco y ahora que lo cumplí, lo que viene es poder mostrar mi música al mundo. La verdad es que he ido tomando las oportunidades que me ha dado la vida. Soy muy aventurera, por eso después de actuar en Kiltro, tomé la decisión de ir a hacer un curso en el Conservatorio de Teatro en Nueva York, donde te enseñan la técnica “meissner” que trabaja mucho la improvisación dentro de una escena, de estar en el momento, en el now.

 

¿Y tú estás en el now?

Ahora estoy más enfocada en hacer música, en componer, en hacer shows. Acondicioné una pieza como estudio, con aislante profesional, tengo un teclado, un micrófono, una mesa de sonido y el programa Logic en el computador, con el que produzco música. Y lo más importante: tengo el control creativo.

 

¿Modelo, actriz o cantante?

La música es mi pasión, lo que más me llena y que siento que es totalmente mía. 

 

“Donde vivo hay una comunidad súper grande de músicos, artistas, cantantes y actores jóvenes. Un día a día en esta ciudad es súper power, con castings, audiciones, ensayos con mi banda y shows”.

“Los inviernos, que son crudos y deprimentes, pero de alguna forma son buenos para la introspección y para la creación”. 

 

“Hacer música con tus canciones y tu banda es súper catárquico”.

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