Inspirada en su abuela, la naturaleza, el diseño de vestuario y sus raíces, ha creado hermosas colecciones que fusionan técnicas como el crochet o el tricotín, pero donde en vez de lana utiliza cobre y plata. Joyas especiales y únicas que, además, poseen piedras del norte y sur de nuestro país.
por María Inés Manzo C. / fotografía Vernon Villanueva B.
Cuando pensamos en un tejido, muchos lo relacionamos a los chalecos, bufandas, guantes o tantas confecciones que nos hicieron nuestras madres o abuelas, con métodos muy simples, que terminaban en hermosos resultados. Este mismo recuerdo y cariño de infancia motivó a Andrea Gallardo Carvajal a crear joyas tejidas, pero usando la misma técnica que le enseñó su abuela Irene: el tricotín, famosa herramienta casera para tejer cordones (creada con un carrete y cuatro clavos). Un emprendimiento que de a poco ha logrado dar sus frutos y con el que nació su marca Azzuli (www.azzuli.cl) —nombre derivado de la palabra lapislázuli— y que ha llamado la atención por el uso del cobre y la plata para realizar el hilado de collares, anillos, aros, pulseras, etc.
Diseñadora de la Universidad Católica de Temuco, se especializó en el área de vestuario en el año 2003 y su primer trabajo fue en la Fundación PRODEMU (Promoción y Desarrollo de la Mujer) como profesora de corte y confección para dueñas de casa. Luego siguió trabajando en el área del diseño, pero paralelamente comenzó a plasmar sus primeras joyas. “En los cursos de la universidad me enseñaron un semestre orfebrería y me di cuenta de que también tenía habilidades para ello. Aunque al principio me costó instalar mi propio taller, descubrí que las joyas eran la perfecta unión entre lo que me gustaba del diseño y lo que podía hacer con mis manos. Es una mezcla ideal entre lo tradicional y lo moderno que, al mismo tiempo, me trae muchos recuerdos”, cuenta.
¿Cómo fueron esas primeras piezas?
Totalmente distintas al trabajo que realizo hoy. También eran de plata, pero más tradicionales. Por eso me decidí a buscar algo que me diferenciara y contara mi propia historia. Dentro de mis primeros proyectos había tratado de hacer joyas tejidas, usando la técnica de mi abuelita, pero se me rompían… luego de mucho ensayo, de encontrar los gramajes adecuados del hilo, logré dominarla y tejer desde cordones a figuras más complejas.
¿De qué manera se obtiene el hilado?
Utilizo alambre de plata. Es un proceso en que la barra de plata se lamina y luego pasa a ser un hilo.
¿Cuándo te radicaste en Valparaíso?
De Concepción me fui a vivir a Santiago el 2008, allá me presenté en el Centro Cultural Amanda y otras ferias de diseño independiente, hasta que el 2011 nos trasladamos a Valparaíso por el trabajo de mi marido. En el 2012, me decidí a postular a un Capital Semilla y pude armar mi taller en mi casa en el Cerro Los Placeres. En ese momento ya me había presentado al casting de Manos Maestras 2013, con mis primeros tejidos, y no he parado desde entonces.
LOTA Y CRISÁLIDAS
Para Andrea, sus joyas son más que piezas, son parte de su propia vida y ello se ve reflejado en la dedicación con que las confecciona. Sus tejidos en crochet o tricotín llaman la atención por tener formas que encontramos en la naturaleza: crisálidas, capullos en eclosión, gotas de rocío, enredaderas, calas y flores primaverales que se van mezclando con piedras y telas multicolores. “Viví en Lota, toda mi infancia, hasta los diecisiete años. Mi papá trabajaba en la mina y por eso uso carbón en muchos de mis trabajos. Tengo muy buenos recuerdos de esta piedra y es mi forma de brindar un homenaje a una ciudad sufrida, olvidada y luchadora. Creo que es bonito contar de otras formas la historia de nuestro país. Además, el carbón a la gente le llama mucho la atención porque no es una piedra preciosa, pero resalta de una manera hermosa”.
¿Qué otras piedras utilizas al interior de los tejidos?
Trato de usar siempre piedras chilenas, como lapislázuli, coral rojo, citrino, etc., buscando la gama de color. Ahora quiero incorporar la combarbalita, porque mis papás eran del norte, y estoy investigando la forma de sacarle brillo para que resalten sus betas.
¿Por qué crisálidas?
Por mi renacer, mi despertar. Siempre comenzaba un proyecto y me frenaba hasta que me decidí a trabajar con estas joyas.
Son piezas que se pueden interpretar de muchas formas…
Sí, me han dicho, incluso, que mis capullos son ajíes porque tienen coral rojo en su interior (ríe). En Manos Maestras me di cuenta de que la gente tiene sus propias interpretaciones y valoran el trabajo que hay detrás. Muchos lo relacionan con sus propias abuelas por el tejido; otros ven las mariposas y los capullos como el florecer o un proceso de cambio. Es muy bonito todo ese análisis.
ASIMETRÍA
El 2014 fue el segundo año en el que Andrea se presentó en Manos Maestras, donde llamó mucho la atención un gran collar asimétrico, tejido en plata y cobre, con el cual logró su lugar en esta muestra. “A mí me encanta la asimetría, cuando trabajaba con el vestuario era al revés, pero con la joyas creo que le da una apariencia interesante. Muchas veces creen que mis collares están chuecos, pero es un detalle más que intencionado”.
¿Cómo comenzaste a trabajar con el cobre?
Fui a una tienda a entregar mis productos y me pidieron un tejido con color y así comencé. Lo bueno del cobre es que me permite abaratar costos, porque para el tejido de la plata se gasta una cantidad gigante de alambre. Por ejemplo, para una pieza de un aro puedo usar dos metros y medio de alambre.
¿Eres detallista?
Sí, la verdad es que en la universidad me enseñaron que las terminaciones tienen que ser perfectas y no se pueden notar los detalles. Por eso, todo lo hago pensando en mí, porque jamás me compraría una joya mal terminada.
¿Cuáles son tus proyectos?
Me gustaría llevar mi trabajo a otras regiones y, por qué no, más adelante al extranjero.
¿Tienes pensada una nueva colección?
Sí, estoy trabajando mucho con la dualidad de los metales y tengo en carpeta, hace mucho tiempo, un proyecto que no va a ser tejido ciento por ciento. Tiene que ver con mis raíces del norte, porque me encanta la cultura diaguita. Estoy pensando en tejidos mezclados con otros tipos de técnicas. También me gustaría hacer broches, rescatando unos parches hermosos que eran de mi bisabuela.
“En Manos Maestras me di cuenta de que la gente tiene sus propias interpretaciones y valoran el trabajo que hay detrás. Muchos lo relacionan con sus propias abuelas por el tejido; otros ven las mariposas y los capullos como el florecer o un proceso de cambio. Es muy bonito todo ese análisis”.