TELL VIÑA NOVIEMBRE 2019

hace más grata la vida. Disminuye el estrés, la ansiedad y el dolor. Aumentan las emociones agradables y logran una recuperación más rápida”. ¿En qué te ha ayudado a ti durante estos siete años? A valorar más a la familia, a los amigos, a todos los que nos ayu- dan y se comprometen en esto, acompañándonos de distintas maneras en esta travesía, porque es muy difícil ser emprendedor social en Chile. Sentirnos apoyados ha sido vital, porque si no, es un andar muy solitario. Verónica cree que la necesidad hace aflorar la creatividad. “Aun- que no tengamos certezas, ni recursos, ni ningún filántropo que nos apoye, algo pasa en el último minuto, que es mágico. Apren- demos a confiar, a construir, a crear, a gestionar. Las sinergias se dan y la perseverancia tiene sus frutos. Naturaleza, arte y ciencia son grandes agentes de bienestar”. En palabras del cuerpo médico del hospital, los jardines han pasa- do a ser sus pulmones hospitalarios, un área de calma y reflexión. “Estos espacios, abiertos e históricos, ayudan a darle certidumbre a la calma, a buscar intimidad y aire fresco para sus reflexiones y, muchas veces, oración, resignación y sabiduría a sus devotos”, escribió en su carta el doctor Manuel Ramírez, jefe de UPC del hospital, cuando les pidió que hicieran un jardín para su Unidad. “Hoy vemos surgir una nueva concepción de salud con un enfoque bio-psico-social, donde se incorporan los Derechos Humanos. Las personas tenemos derecho no solo a sanar (desde el punto de vis- ta de ser “rescatados” de la enfermedad), sino también de mante- nernos saludables. Desde este rol más integral de los hospitales, la naturaleza, los espacios sanadores, bellos y contenedores, con- tribuirán, en forma científicamente comprobada, a integrar, cuidar y aliviar lo que le toca vivir a toda la comunidad hospitalaria, junto con los procesos de resiliencia”. El seguimiento y mantención de un jardín es fundamental, porque un jardín descuidado deja de ser sanador”.

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