TELL VIÑA OCTUBRE 2019

74 tell. cl Por él han pasado un sinfín de clientes (algunos que van hace más de cuarenta años), turistas nacionales y extranjeros e incluso cantantes como Nicole o Denisse Malebrán del grupo Saiko. Y hasta el día de hoy no es extraño ver, habitualmente, a Los Jaivas, a Pancho Sazo de Congreso o parte de los Inti-Illimani tomándose tranquilamente un café. “Los fundadores estuvieron trabajando codo a codo hasta que, en 1999, lamentablemente, el tío Giovanni enfermó y falleció. Después nues- tro hermano Giorgio siguió apoyando el negocio familiar, hasta que nosotras nos hicimos cargo el 2013. Nuestro padre nos inculcó, como buen inmigrante italiano, la pasión por el trabajo y por eso, de una u otra forma, siempre quiso estar presente, hasta que falleció en 2016. Hoy so- mos las mujeres de la familia las que lideramos, orgullosamente, ese legado”, cuenta Daniella junto a su hermana Alessandra Mazzino. “Este es un restaurante tradicional, y a la gente le encanta eso. Tenemos una ‘clientela nostál- gica del pasado’ y lo bonito de este negocio es que vienen abuelitos a contar sus historias, de cómo les pidieron matrimonio en este mismo lu- gar o nietos que viajan desde Santiago a visitar- nos, porque aquí tomaban sus helados de pe- Este es un restaurante tradicional, y a la gente le encanta eso. Tenemos una ‘clientela nostálgica del pasado’ y lo bonito de este negocio es que vienen abuelitos a contar sus historias, de cómo les pidieron matrimonio en este mismo lugar o nietos que viajan desde Santiago a visitarnos, porque aquí tomaban sus helados de pequeños”. queños. Por Marco Polo han pasado muchísimas generaciones y nos seguimos manteniendo pese a todas las dificultades que hoy se viven en Valparaíso. La verdad es que no nos cambia- mos, porque tenemos una clientela fiel que siempre nos sigue prefiriendo”, agregan. ¿Qué historias recuerdan? A: Siempre nos preguntan por los “antiguos dueños”, porque hay muchos recuerdos y las historias no faltan de estos italia- nos que “vivían peleando” (ríen). Por ejemplo, en los tiempos de nuestro padre y tío el local se cerraba a las tres de la mañana. Había un ambiente muy entretenido, en el subterráneo tenían un wurlitzer que funcionaba para las fiestas hasta que comenzó el famoso toque de queda. En ese tiempo estuvo la opción de volver a Italia, porque llegó una bomba al local que destruyó todo. Era muy chica y me acuerdo que sólo quedó el piso, fue im- presionante. Pero finalmente se volvió a construir el restaurante porque nuestra madre, Mónica Saieg, no se quería ir de Chile. LA BUENA MESA Su oferta gastronómica —de desayuno a cena— llama la aten- ción por una amplia carta que va desde una rica pastelería, pasando por los clásicos menús para la hora de almuerzo a sándwiches, hamburguesas, completos, helados, etc. Pero, por supuesto, los infaltables son las pizzas, lasañas y pastas ita- lianas como ravioles, ñoquis, canelones, panzotis, entre otras delicias que, incluso, fueron comentadas por el programa de gastronomía Recomiendo Chile de Canal 13.

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