TELL VINA JULIO 2019

76 tell. cl definió un área construida (250m2), un programa (cuatro dor- mitorios, living y comedor, cocina, baños y una cava) y un presu- puesto total (medio millón de dólares), al cual cada arquitecto debía responder con total libertad. “Nos pareció que tanto el sitio como el hecho de ser una casa de fin de semana eran una oportunidad para explorar un cierto primitivismo. La geografía era tan brutal que sólo un conjunto de elementos fuertes y varoniles era apropiado. Aquí, el océano Pa- cífico no es pacífico en absoluto: el agua es de color blanco por la violencia con que golpea al continente”, señalan desde Elemental. “Por otro lado, una casa de fin de semana es, en última instancia, un lugar de retiro donde las personas se permiten volver a una for- ma de vida más esencial. Usamos el vacío al otro lado de la mesa (la ausencia de un cliente) como coartada para eliminar las conven- ciones de la vida doméstica, explorando las dimensiones más irre- ductibles de la vida. Elegimos movernos hacia atrás, hacia lo arcai- co, no como un escape nostálgico, sino como un filtro natural contra los clichés. En una época donde el hambre por la novedad amenaza con convertir la arquitectura en algo inmediatamente obsoleto, nos parecía que debíamos aspirar a un cierta atemporalidad”, agregan. Así, pensaron en tres volúmenes: uno horizontal, ligeramente en voladizo en la parte superior del acantilado, y autosuficiente, para que la pareja principal pueda usarlo sin tener que abrir el resto de la casa. Uno vertical que contiene todas las demás ha- bitaciones requeridas por el mandante, además de una terraza en la parte superior, “esto nos permitió reducir la huella en el sitio y ampliar el horizonte frente a la inmensidad del océano. Y entre ambos, uno levemente inclinado y hueco que contiene el lugar del fuego; no es una chimenea (que ya es algo civilizado), sino un fuego (uno de los logros a la vez más revolucionarios y antiguos del hombre). De las seis caras de los volúmenes, cin- co son de hormigón a la vista; la sexta está hecha de la misma madera que se utiliza como moldaje para el hormigón”. “Esperamos que estos volúmenes envejezcan como lo hace la piedra, consiguiendo algo de la brutalidad del lugar, pero sin dejar de ser gentiles para que la gente pueda disfrutar de la naturaleza y la vida en general”, concluyen los arquitectos. T

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