TELL VINA FEBRERO 2019

79 tell. cl Desde que Coletti abrió sus puertas en marzo del 2016 no han de- jado de recibir visitantes y, especialmente en verano, se pueden ver filas esperando por sus deliciosos helados artesanales. Ubicados en el barrio poniente (7 norte 469 con 2 poniente) se han hecho famo- sos por su gran simpatía e historia que trajo a tres jóvenes extranje- ros a radicarse a nuestro país: Vincent Coletti (franco-italiano), su es- posa Johanna Coletti (sueca) y su amigo Matthieu Willard (francés). “Llegamos con Johanna hace cuatro años, porque tenemos amigos chilenos que vivieron con nosotros en París y nos trajeron de vacacio- nes el 2010. Después volvimos solos, junto a nuestra hija Roxane, y pensando en un cambio de vida nos vinimos a vivir definitivamente a fines del 2014. Si bien primero quisimos abrir una panadería fran- cesa, con el tiempo vimos que había una gran oportunidad en el mundo de los helados, porque la oferta estaba muy lejos de lo que se encuentra en Europa”, señala Vincent. Hace más de setenta años su familia comenzó a fabricar vitrinas, muebles y máquinas para hacer helados bajo el nombre Coletti, legado que él retomó y le dio un giro como heladero. “Partimos esta aventura en Viña del Mar, porque nuestra red de amistades está aquí. Además, nosotros vivíamos en París y no queríamos irnos a Santiago, principalmente por la calidad de vida. Esta es una ciudad donde es más fácil emprender con un negocio así y mucho más relajado desde el punto personal y profesional”, cuentan Vincent y Johanna. Al poco tiempo se les unió su amigo Matt: “Conoz- co a Vincent hace más de diez años, porque tra- bajábamos juntos en París. Cuando ellos llegaron a Chile yo estaba viajando por el mundo y pasé a verlos el 2014. Me invitaron a su proyecto y me entusiasmé tanto que me fui a Italia a hacer un curso de heladero con su familia. Aquí me enamo- ré de la naturaleza, de Valparaíso, de la amabili- dad de la gente y de cómo nos recibieron desde el comienzo. Fue un gran cambio cultural, donde llegamos hablando poco español y nos hicieron sentir como en casa”. ¿Cómo fueron los inicios? El comienzo fue bien difícil, estuvimos seis sema- nas sin luz trifásica para las máquinas. Abrimos a fines de verano, pero sin helados, vendiendo jugos de frutas, panqueques y wafles . Pero como este es un barrio residencial, donde pasa gen- te todo el día, el público entraba igual y así co- menzamos a generar un vínculo muy especial. Es como un barrio de París, con la panadería, la florería y los amigos cerca. ¿Cómo se reparten las tareas? La fuerza de este negocio siempre hemos sido los Helados de Exportación Heladerías en Viña del Mar A la Italiana

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