TELL STGO OCTUBRE 2019
El año 1998, renuncié a mi trabajo y me fui por dos meses a India y Nepal, haciendo una fotografía bastante distinta de la que hago ahora. Sin embargo, después del 2010, comencé de manera más intensa a hacer viajes con fines fotográficos. La Patagonia, Arica, San Pedro de Atacama, son lugares privilegiados para los amantes de la naturaleza. En esa época conocí a Rodrigo Moraga, que estaba iniciando el proyecto de Natphoto y comenzaron los viajes fotográficos. Primero fuimos a Misiones en Argentina, donde aparecieron las aves de colores y luego a Santa Rosa de la Pampa, donde aprendí la fantástica técnica de hidrohide, que permite una aproximación para las aves acuáticas como ninguna otra. Más tarde vendría el Amazonas peruano, el Manu, Costa Rica, Australia, Mindo y Yasuní en Ecuador y la Mata Atlántica Brasileña, un lugar que se descubre día a día y que sobrevive pese a la depredación del hombre que ha hecho que este bosque sea hoy un doce por ciento de lo que fue. Y el sueño de los fotógrafos de naturaleza: las islas Malvinas, uno de los pocos lugares en que la naturaleza, y especialmente su fauna, te acoge como uno más. ENTRE PASIÓN Y OBSESIÓN Esto de la fotografía es algo que transita entre pasión y obsesión. Por lo general, me cuesta mucho levantarme temprano, pero cuando se trata de fotografía, podría pasar días sin dormir. Como cuando fuimos en busca de la Águila Harpía —una especie icónica
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