TELL STGO OCTUBRE 2019

33 tell. cl Ocho años han pasado desde que un grupo de jóvenes, y exalumnos de los colegios Mackay y St. Margaret´s, decidió juntarse para fomentar conciencia social a través de la construcción de mediaguas y reforzamientos a niños de escasos recursos. Hoy como fundación se han vuelto en un agente de cambio real para la Región de Valparaíso y su idea es ir por más. Por María Inés Manzo C. / Fotografía Teresa Lamas G. y gentileza Fundación MUST Fundación MUST ¡Construye tú el cambio! M UST nació el 2011 como un proyecto de cinco jóvenes, amigos y exalumnos de los colegios The Mackay School de Reñaca y St. Margaret’s British School for Girls de Concón. ¿Su motivación? Una fuerte vocación que los llamaba a hacer algo más por su región. “En ese entonces sentíamos que había un potencial que no se estaba aprovechando lo suficiente en ambos colegios y que tiene que ver con lo social. Existían muchos trabajos esporádicos, de invierno, misiones, pero que no se mantenían en el tiempo. Por otro lado, buscábamos crear un proyecto laico, porque si bien muchos de los fundadores participábamos en misiones de corte católico, había más interesados que quedaban fuera en este tipo de instancias”, cuenta Mirko Suzarte, parte del directorio y de los fundadores de MUST. Así se formó un equipo de alrededor de veinte exalumnos que construyó las primeras media- guas en Llay-Llay, y que luego fueron sumando localidades en Panquehue, Puchuncaví, San Esteban y Olmué. Hasta la fecha el resultado ha sido sesenta y cinco viviendas y una mejor calidad de vida para familias vulnerables de la Región de Valparaíso. En el 2012 comenzaron con los apadrinamien- tos en Villa Primavera y desde este año en el barrio Vista al Mar, ambos de Concón. Reforza- mientos escolares a niños de todos los cursos, donde la misión no es sólo ayudarlos en sus tareas y mejorar su rendimiento escolar, sino que generar un vínculo con ellos, sus familias y vecinos. “Llevamos ocho años —y como fundación desde el 2015—, y una de las grandes riquezas que tenemos es que nos vamos nutriendo año a año de exalumnos que ‘van pasando la posta’ a la próxima generación. Parte de los objetivos es sembrar en los voluntarios una vocación social que la sigan aplicando más allá de nosotros. Por ejemplo, algunos han migrado a Santiago y han terminado en federaciones estudiantiles, otros en Jóvenes sin Fronteras o como misioneros en el extranjero, lo cual nos llena de orgullo”, agrega Mirko.

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