TELL santiago OCTUBRE 2018

Un grupo de amigos, encabezados por Cristián Warnken, lo convenció de que vendiera sus obras para poder sostener su permanencia en el barrio. con la curatoría de Carolina Ortiz. 46 tell. cl LOS AMIGOS El remanso de paz y silencio en que se ha convertido su casa, ha llevado a que muchos vecinos, amigos y familiares suelan visitarlo. Lejos de dar razón al apodo con el que se le conoce en el barrio, “el ermitaño de Vitacura”, José Luis es un hombre sociable y querido. Por eso, cuando a principios de este año entró en vigencia el nuevo avalúo de propiedades, su casa, con cerca de mil metros cuadra- dos de terreno en uno de los barrios más exclusivos y costosos de Santiago, aumentó casi en un tercio el valor de sus contribuciones. Imposibilitado de pagarlas y viéndose amenazado de tener que dejar su casa de toda la vida, envió una carta a El Mercurio , repre- sentando a tantos adultos mayores que tienen que abandonar sus barrios de origen por lo que él llama la especulación inmobiliaria. Fue entonces cuando un grupo de amigos, encabezados por Cris- tián Warnken, lo convenció de que vendiera sus obras para poder sostener su permanencia en el barrio con la curatoría de Carolina Ortiz. Carolina ha venido precisamente esta mañana a buscar algunas obras para la muestra. Le explica que se las va a llevar a Cristián Warnken, pues José Luis quiere que sea él quien les dé un nombre. Ella le habla de cosas prácticas: los precios, las enmarcaciones y los preparativos en su taller. Cosas, como él diría, mundanas. “Je ne comprends pas ce que tu veux me dire” , le dice José Luis, nue-

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