TELL santiago OCTUBRE 2018

De partida el que dice que se va a matar es porque está pensando en matarse. Y si está llamando la atención, tenemos que pensar que hay que estar súper mal para hacerlo con eso”. emergencia. Hay un consentimiento informado y en el caso de los menores de edad, tienen que ir acompañados de la mamá o el papá. Está, además, la obligación de ir al psicólogo. Nuestra idea no es atender a la gente eternamente, sino que contener la crisis, y eso es súper estresante, cuando la persona ya está asomándose por el balcón. En ese minuto es cuando llaman. Desafortunadamente, no todos lo hacen. ¿Qué pasa por su mente en esos minutos? La persona que se suicida o que piensa en suicidarse es una persona que sufre mucho; tiene un dolor psíquico intenso, vein- ticuatro por siete, y en realidad no quiere morir, lo que quiere es cambiar la vida que lleva. Cuando ya las posibilidades de cambio desaparecen para ellos, porque la mirada se empieza a estrechar, no ven más salida que la muerte. Pero cuando uno a esa persona le muestra posibilidades de hacer cambios en su vida —siguiendo una cierta técnica—, la persona sí quiere vivir. ¿Hay quienes amenazan con matarse solo para llamar la atención? De partida, el que dice que se va a matar es porque está pensando en matarse. Y si está llamando la atención, tenemos que pensar que hay que estar súper mal para hacerlo con eso. Ahora sabemos que, así sea la vez numero cincuenta que amenaza con matarse, hay que tomarla súper en serio. ¿Y si esa vez lo hace? PREVINIENDO Si bien el trabajo en situaciones de crisis le demanda mucho es- fuerzo, Paulina se da el tiempo para educar y capacitar tanto en co- legios como en universidades. En nuestro país, trescientos jóvenes entre catorce y veinticuatro años se suicidan al año, por ello es tan importante poner en aviso tanto a padres como a profesores. ¿Cómo podemos prevenir el suicidio? Me voy a ir a lo más básico: escuchamos, abrazamos, visibiliza- mos. Si pensamos en esa gente que se tira del Costanera Center, ¿por qué lo hacen?, yo pienso que porque quizás nunca nadie los vio... Muchas veces estamos con nuestros niños, pero no es- tamos; estamos con el celular, con la tele, con el computador. Si nosotros no visibilizamos a nuestros hijos y no les damos un espacio de escucha y acogida, ¿qué pretendemos? En un nivel alto, los padres son muchas veces negligentes porque están vi- viendo su vida, porque las mujeres también tenemos derecho a seguir nuestra profesión y a estudiar; al final todos pasamos mu- cho tiempo en el trabajo. Los niños no necesitan que uno esté todo el día con ellos, necesitan saber que uno está cuando ellos quieren. Desgraciadamente, nos hemos conformado pensando que el tiempo de calidad es muy bueno para los niños, pero ellos no se enferman en el tiempo que nosotros tenemos programado, no tienen pena ni se caen en los horarios que nosotros estable- cimos. El primer consejo es tiempo para nuestros niños. Hay algo que resulta fundamental a la hora de prevenir el suicidio, y es hablar seriamente de suicidio. Mientras barramos debajo de la alfombra nada va a cambiar. Aprendamos a hablar seriamente de suicidio y con eso me refiero a evitar el morbo, ¡eso es pésimo! ¿En qué consiste la capacitación que ustedes hacen en los colegios? A la fecha, ya hemos capacitado a más de quinientos profesores y psicólogos, además de hacer charlas preventivas a los padres. Tam- bién se hace posvención, es decir, intervenir en un colegio cuando ha habido un suicidio. El Ministerio de Educación está ad portas de sacar unmanual sobre prevención de suicidios y, sin duda, es un tremendo paso, pero hay una distancia enorme entre eso y la práctica. ¿Cuál es la principal aprehensión de los profesores? Temen que les vaya a pasar a ellos, que uno de sus alumnos se vaya a suicidar. Cuando ha habido un suicidio los profesores quedan des- truidos, uno pensaría que solo afecta a la familia, pero eso no es así. Hay que intervenir todos los grupos del colegio, hay que diagnosticar la situación y ver cómo hacer la prevención. Yo voy mucho a colegios y me doy cuenta de que hay un cambio; los profesores hoy en día están muy comprometidos con la educación psicoemocional, están muy atentos a los cambios que presentan los niños. A tu juicio, ¿puede el bullying llevar al suicidio? El bullying es un factor importante en el suicidio, pero no es el úni- co. Hay una disposición personal, hay asuntos psicológicos, bioló- gicos, personales, familiares y culturales, además de bullying. Las redes sociales no ayudan en nada, pero no las criminalizo porque es justamente, a través de ellas, que podemos contactarnos con los jóvenes y ofrecerles ayuda. Creo que debemos hacer un trabajo, desde que los niños son pequeños, en tanto aprendan habilidades sociales y colaboración. Creo que hemos perdido el sentido de co- munidad y debemos recuperarlo. El suicidio tiene un componente importante de eso, la falta de pertenencia y de colaboración, acaso, ¿cómo antes mataban un mamut? “Es importante que los padres se den cuenta de que no porque los jóvenes parezcan rodeados de un montón de gente, se sienten acompañados. Lo otro importantísimo es la tolerancia a la frustra- ción. Es un rol paternal que tenemos bien olvidado y es crucial que los niños aprendan a lidiar con problemas, no podemos solucionar- les todo, no les hace bien, a la primera se nos vienen al suelo”. ¿Sientes que el trabajo en la fundación te ha ayudado a sobrellevar tu pena? Estoy la mayor parte del tiempo trabajando por José Ignacio y con José Ignacio; él está siempre conmigo. Ha sido una forma muy sana de hacer mi duelo, porque le he dado un sentido a su muerte, a su dolor, a no haber podido estar ahí para aliviar su dolor. Hoy el sentido de mi vida es poder estar para otros jóvenes. Esto me ha permitido entender que yo tenía talentos que no sabía y no los había podido desarrollar. Estuve dos años en ingeniería comercial y me cambié porque no era lo mío, luego entré a traducción, me titulé, pero tampoco era lo mío, recién ahora escuché mi propia voz... lo mío es la gente, escuchar, acoger y abrazar. 43 tell. cl T

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