TELL SANTIAGO SEPTIEMBRE 2018

exterior, y con paredes de pino pintado blanco, al interior. El piso es de ulmo, con guardapolvos de cedro, y la terraza común, que se encuentra en el nivel superior, es un deck de pino impregnado. DE CUENTO Al llegar a Hotel Casa Zapallar, lo que más llama la atención es su preciosa reja que da a la calle, bajo un frondoso árbol, que pareciera ser sacado de un cuento. Esta abrió sus puertas, por primera vez, en el verano del 2011 y, desde entonces, ha recibido, principalmente, a turistas argentinos y chilenos. En el antejardín se pueden encontrar faroles y una fuente que, al igual que la reja, eran de la casa original. Este espacio destaca sus mesitas para disfrutar las tardes, su piso de piedra, los fogones de fierro, una antigua reja envejecida para esta- cionar bicicletas y sus árboles; parte del bosque esclerófilo de Zapallar con especies como boldo, peumo y quillay. Al ingresar al hotel, una puerta de madera da la bienvenida, pero no hacia una recepción, sino que a una gran mesa principal con hermosas astrome- lias, las cuales siempre están frescas y se encuen- tran repartidas a lo largo de los distintos espacios. De inmediato se llega al living y comedor, el área común más atractiva y acogedora, rodeada por amplios ventanales que permiten disfrutar del jar- dín. La chimenea es un punto de reunión indiscu- tido para los días más fríos, la cual está rodeada por una pequeña biblioteca y sobre esta un gran espejo rectangular envejecido. Destaca un aje- drez de greda pintado con colores, de un famoso artesano de la zona, que ha vuelto sus trabajos en un sello de la costa. A un lado, un comedor con tres mesas y sillas en tonos pastel que permiten compartir con los de- más pasajeros. “Este espacio genera lo que no se da en otros hoteles; que los huéspedes interac- túen, se tomen una copa de vino juntos y conver- sen. En las tardes o noches, muchas veces, Zapa- llar está nublado, se prende la chimenea y se crea un ambiente muy amigable”, nos comenta Daniel. Los muebles son un mix de mobiliarios familiares restaurados y creados por Carolina García de la Huerta y otros encontrados por Francisco Piriz en

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