TELL SANTIAGO SEPTIEMBRE 2018

Yo soy muy positiva y siempre tiro para arriba. El vaso puede estar así (y junta el pulgar con el dedo índice) y digo ¡pero si igual tiene agua! Y eso me ha ayudado mucho en mi pega”. las caderas, no hay mucha confianza, pero después, gracias a la experiencia, todo se da fácil. El modelaje es pura experiencia, no se estudia. ¿Cuál ha sido el desfile más increíble? Dolce & Gabbana en Milán. Fue un desfile precioso y muy entreteni- do, con una producción maravillosa. Me maquilló Pat McGrath, que es top a nivel mundial, y me vistió el mismísimo Stefano Gabbana. Como fue hace años, estaba al lado de muchas modelos que yo seguía y el solo hecho de estar ahí con ellas fue increíble. ¿Qué es lo más alto que puedes aspirar como modelo? Victoria’s Secret. Esa es mi meta. ¿Quiénes son tus diseñadores favoritos? De Chileme gustanmucho ClaudioMansilla, Lorraine Holmes, Lupe Gajardo y Pato Moreno. Del extranjero, Carolina Herrera y Christian Dior, amo su elegancia y femineidad. NUEVA YORK EN LA MIRA Es domingo y hace mucho viento en Viña, a donde se arranca cada vez que puede. “Me encanta Viña, vengo todos los fines de semana. Soy viñamarina de corazón, mi pololo es de acá, igual que algunas de mis mejores amigas”, comenta, mientras hacemos la sesión de fotos. ¿Piensas internacionalizar tu carrera? Llevo un año y medio fuera de Estados Unidos, porque estoy tra- bajando muy bien acá y no quiero desaparecer de Chile. Si quiero hacer carrera a nivel internacional sé que me tengo que ir, pero soy chica todavía, tengo recién veinte y me quedan años por delante. El próximo año pretendo irme a Nueva York, pero en forma inter- mitente. Has dicho que esta es una carrera que dura poco, ¿cómo te visua- lizas a futuro? Hay muchas cosas que me encantan: periodismo, sicología, nutri- ción, diseño y que son bien distintas. Cuando llegue el minuto deci- diré qué es lo que más me llena y hacia dónde quiero ir. La edad no importa si quieres estudiar en la universidad. Hoy la gente entra a la universidad cuando sale del colegio para poder tener un título, tra- bajar y mantenerse. Y yo vivo de esto, para mí no es un pasatiempo, es mi trabajo y me encanta. Ahorro e invierto, algo que aprendí de mi mamá, quien me enseñó a pensar en mi futuro. ¿Qué es tu mamá para ti? Es la mujer más importante de mi vida, lejos. Crecí pegada a ella y soy muy mamona. Siempre hemos hecho todo juntas, viajar, ir a la playa, comprar ropa. Somos muy unidas. Todas las decisiones las converso con ella. Siempre dices que eres perseverante, ¿qué tan perseverante? Toda mi vida he perseguido las cosas que he querido, como en el Elite Model Look. La que ganaba el concurso se iba a China y partí. En mi tiempo eran ochenta y cuatro países los que competían. “Al- guien tiene que ganar, ¿por qué no puedo ser yo?”, le decía a mi mamá. Y salí segunda. Soy muy positiva y siempre tiro para arriba. El vaso puede estar así (y junta el pulgar con el dedo índice) y digo ¡pero si igual tiene agua! Y eso me ha ayudado mucho en mi pega”. EL LADO B Invitada a destinos como México, Cannes y Roland Garros con el solo fin de promocionarlos, hace poco estuvo en Dubái. Sin em- bargo, lejos de obnubilarla tanto viaje, Trinidad es honesta cuando muestra el lado B por las redes sociales. “Estoy en Dubái y se puede ver espectacular, pero también está el lado B, que estoy sola. Enton- ces sí, lo paso espectacular, pero llego a mi pieza de hotel y echo mucho de menos, lo paso mal. No estoy cien por ciento feliz porque necesito mi gente”, posteó en esa oportunidad. “En todo caso, fue una experiencia maravillosa. Lo que pasa es que soy muy de piel, me gusta estar con mis amigas, con mi mamá, con mi pololo; me gusta hacer panoramas con ellos. Por eso que viajar sola siempre se me ha hecho terrible”. ¿Cuál es el lado B de ser modelo? La soledad. Cuando recién llegué a Europa por lo del Concurso Elite tenía quince años y estuve cuatro semanas sola. Cocinaba, hacía aseo, armaba mis horarios e itinerarios según los castings que te- nía. Era súper chica. Lo que más me costaba era que cuando me levantaba en la mañana —y por la diferencia horaria con Chile— no tenía con quién hablar. Cuando volvía al departamento veía fotos de mis amigas en la playa, en asados, mi familia en el campo gozando del sol y yo sola, muerta de frío, con pésima internet y sin nada que hacer, entonces me bajaba una angustia terrible. Hubo un día en 43 tell. cl

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