TELL SANTIAGO SEPTIEMBRE 2018

tanto preguntar por los materiales con que trabajan, las moti- varon a fabricar un muestrario de lanas. “Lo primero es esquilar la oveja, entre octubre y noviembre, después se aparta la parte buena de la lana para hilarla y em- pezar a varillar. Lo último es lavarla y escarmenarla a mano o en cardadoras” , explica la señora Rosa, conocida en la zona por sus mermeladas. Son quince años cultivando y recolectan- do corintos, grosellas, frambuesas y ruibarbos, todos frutos de primavera. Aunque los más codiciados de la región son la rosa mosqueta, el calafate y el maqui, por sus propiedades desin- toxicantes. “Me gusta recoger lo que está en el entorno y trans- formarlo en algo provechoso; a los turistas les encantan las mermeladas. Cuando salimos con mi marido a buscar calafate estamos todo el día afuera, porque su cosecha es libre y crece a orilla de camino, entonces traemos lo más posible, a diferen- cia de la frutilla o el ruibarbo que son domésticos y se compran o producen en casa”, comenta Rosa, haciendo una pausa para darle un sorbo al mate y agregar que aunque hacen lo posible por cuidar las tradiciones casi no hay jóvenes que las reciban, “porque el pueblo se está poniendo viejo” , dice la mujer, acari- ciando un puñado de lana blanca entre sus manos. Muchos de esos saberes descansan a orillas del lago, en un cementerio que alegremente recuerda la vida replicando los hogares de sus difuntos con pequeñas y pintorescas construc- ciones atiborradas de flores. Es el silencio quieto observando un pueblo que vive entre la intensidad de sus colores y una

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