TELL SANTIAGO AGOSTO 2018

junto a su hermana, Myriam, a la piscina del Deustche Sportverein, ubi- cado en calle Los Leones con Carlos Antúnez. Allí se encontró con Efraín Orellana, un técnico de dudosa reputación, que auguró un futuro esplen- doroso paraMyriam y a Eliana lamandó a jugar a los columpios. Ese hecho puntual, ocurrido hace casi setenta años, gatilló en Eliana Busch todo el coraje y gallardía que sigue cultivando. “Yo pensé: ´Viejo tal por cual. Le voy a demostrar que está equivocado´”, recuerda. Representó al Náutico Femenino, una rama deportiva escindida de la Universidad Católica, que en ese entonces, bajo la rectoría de Carlos Ca- sanueva, consideraba que “mostrar las piernas era un pecado”. Al poco tiempo, la UC se abrió a la idea de recibir mujeres en la natación y con ese impulso compitió por Chile en el Sudamericano de Montevideo en 1949. Dos años después, Eliana Busch desfiló en el Estadio Juan Domingo Perón detrás de Juan Gallo, un destacado basquetbolista chileno, quien fue el abanderado de la delegación que inauguró los primeros Juegos Paname- ricanos, en Buenos Aires. Compitió en las pruebas clásicas de 100, 200 y 400 metros estilo crawl, y aunque no obtuvo medallas —Chile logró el cuarto lugar, después de Argentina, Estados Unidos y Cuba— dijo presente en dos finales. Vistió luego los colores de la Universidad de Chi- le y fue multicampeona nacional. Joven se casó con un destacado equitador, quien le contagió el gusto por el mundo ecuestre. En 1965 se re- tiró de la natación siendo campeona nacional y logrando en simultáneo el título en equitación. Siguió ligada a los caballos hasta que un potro árabe la botó en un campo de Limache, el 2015, y resultó con múltiples fracturas. -Me he quebrado la pierna, cadera, brazo, claví- cula, costillas. A los sesenta años me fracturé la muñeca y el médico me dijo que no iba a poder moverla nunca más. Eso les dicen a los viejos: vaya a hacer reposo. Y esomemolesta. Es como que lo tiren a morir. Una vez superada la lesión, su hija —Paulina Fuentes Busch—, también nadadora máster, le sugirió volver al agua. Recibió recados, además, del nadador e historiador del deporte, Daniel Frías, y esas chispas crearon las condiciones favorables para que la llama de la competencia se activara en ella. En su primer campeonato internacional máster, el Sudamericano de Punta del Este, se adjudicó cuatro oros, una plata y un bronce. El próximo año el Mundial de Natación Máster se celebra en Corea del Sur. Será su último cer- tamen en su actual categoría, antes de pasar a competir en el rango de 85-89 años. Habrá, de seguro, más miradas puestas en cada brazada. Pero Eliana no se amedrenta. Ella y su entrena- dor ya están analizando las marcas de las nada- doras europeas. “Esas sí que son bravas”. T 40 tell. cl Sigo quebrando récords porque no he dejado de entrenar. Es la perseverancia. Soy orgullosa y deportivamente ambiciosa”.

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