TELL SANTIAGO JULIO 2019
¿Y qué hiciste con las joyas? Yo tenía un amigo que estaba muriéndose de sida y lo cuidaba, pero no tenía plata, porque siempre he sido medio pobretona. Lo primero que vendí fue la esclava y le compré un tubo de gas, leche, pan y lo que le hiciera falta. Al tiempo falleció. Tenía trein- ta años. LA POETA DE LOS POBRES Norma Bernales Jerez, cincuenta y cuatro años, tres hijos, dos nietos, vive en el Cerro Playa Ancha, el mismo que la vio crecer junto a sus doce hermanos, “con hartas carencias, pero todos achoclonados, jugando, peleando. Mi papá era obrero y a mi mamá le costaba parar la olla, por eso yo me prometí ayudar cuando fuera más grande, pero no con dinero, sino que escu- chando al otro, compartiendo con el otro”. Sus rulos rebeldes caen, desordenados, por su cara alegre. “Trato de sonreír siempre. Ya me conocen, me dicen “la Normi- ta, la de la sonrisa bonita”. “¡Wena tía!”, me gritan, o me dicen “la poeta de los pobres”, entonces eso te anima a vivir”. Norma reparte sus días entre el Comedor, el Ropero —donde recibe donaciones de ropa de abrigo—, y la iglesia de La Matriz. “Yo no paso metida en la iglesia, no vengo a misa, porque mi teoría es esta: Dios dijo que ayudáramos y eso es lo que hago y lo que me hace bien. Ese es mi don. Lavo, peino, corto uñas, no tengo asco, le tengo más asco a la hipocresía, a la envidia”. Todos los días, limpia y ordena la iglesia. También prepara la misa, que no falte nada. “Un día comenzó a venir un caballero a almor- zar al Comedor. Se llamaba Francisco Javier, un estilista profesional, cuyo alcoholismo lo había dejado en la indigencia. Él tenía un lema: “amor y paz”, pero cada vez que pasaba por la iglesia apagaba las velas que tenía prendida la Virgen del Carmen. La gente se molesta- ba mucho y yo también. Hasta que un día le dije que por qué cresta le apagaba las velas a la Virgen. “¿Sabes por qué apago las velas?”, me dijo, “porque ella no necesita luz, ella brilla con luz propia”. Ahora, cuando enciendo las velas al Cristo, nome importa si la virgencita las tiene prendidas, porque me acuerdo de él y lo que dijo. Si te encontraras con la lámpara de Aladino, ¿qué pedirías? Sacaría el sufrimiento del ser humano. De las niñas de la calle, que no son malas, que son todas hijas del ambiente, que las han abandonado. Han sufrido mucho, mucho más que yo. No me gusta que la gente sufra, porque cuando la gente sufre lo siento aquí adentro. Norma se toca el corazón. Una lágrima cae. “Porque yo sufrí, me sentí sola muchas veces y estuve en el SENAME también. Fue horrible estar ahí. Tenía unos catorce años. Fue horrible. Eso que te dicen de los golpes es verdad. Te ponen contra la pared por horas, con la cara pegada a la pared. Castigada contra la pared. Entonces cuando las chiquillas de la calle te cuentan sus historias, todas han estado en el SENAME. Todas. Yo sé que es real”. La gente anda muy triste, si no tiene un celular en la mano, no mira a los ojos. Te subes a la micro, y de veinte asientos ocupados, dieciocho están mirando su celular. Yo elegí mirar a los ojos”. 47 tell. cl NORMITA, LA DE LA SONRISA BONITA A la Norma le gusta escribir poesía, que su casa huela a flores y disfrutar de las cosas simples, “porque siempre he pensado que la simpleza es grandeza. Me encantan las puestas de sol, los arcoíris, el viento, el sol, el mar, la sonrisa de un niño”. Y también le gusta hablar, contar su historia. “A veces me han pedido ir a dar charlas a colegios, mostrar mi experiencia de vida para que otros crezcan”.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDQ4NTc0