TELL SANTIAGO MAYO 2019
C on tres hijos, diez libros bajo el brazo y varios reconocimientos, —entre ellos el célebre Purple Island Award en Corea del Sur—, la agenda de Maya siempre está copada. Invitada frecuen- te a ferias del libro internacionales, realiza work- shops , hace ilustraciones para el mundo editorial y periodístico y, por lo general, trabaja en diez en- cargos a la vez. “Me encanta mi pega, siempre me están pidiendo cosas nuevas. Ahora estoy haciendo la cubierta del álbum a un cantante gringo de música indie . Y eso es lo entretenido del arte: su versatilidad, porque puedes trabajar en cualquier soporte. Le da cuento a tu vida, le quita la monotonía”. ¿Cómo defines tu estilo? Mi estilo está inspirado en el arte folclórico, con mucha botánica y tendencias ilustrativas. ¿Siempre fue así? Siempre. EL MUNDO DE MAYA Hija de padres aventureros, Maya tuvo una infancia muy via- jada, enfocada en los ritos, en las fiestas religiosas, en las culturas aborígenes y tribus perdidas. Precisamente de ahí viene el rescate de los colores y la simbología que recorre de punta a cabo su obra. “Tengo un tema con lo folclórico y la identidad local. Busco las raíces de las cosas, la esencia de las cosas, del mundo rural y de las pequeñas comunidades aisladas”, comenta. A pesar de estudiar diseño gráfico, siempre tuvo una veta muy ar- tística, que consolidó con su estadía en el extranjero una vez que salió de la universidad. “Siempre dibujé, desde chica. El diseño gráfico me entregó muchas herramientas y una manera de pensar rápida, disciplinada, ejecutiva. Y me enseñó a comunicar”. El 2006 tomó sus maletas. ¿El destino? La Escuela de Bellas Artes de Boston. Se sentía al debe con el arte y partió a aprender y a involucrarse. En esa época las redes sociales estaban todavía en pañales y tímidamente comenzaban a aparecer los primeros blogs de ilustración. ¿Qué aprendiste en ese tiempo? Asenté la idea de que lo mío era el arte ilustrativo y de que el arte podía dialogar en distintos soportes. Pinté, pinté muchísimo y lo que más aprendí fue la técnica. Luego, llegaron los libros. El primero se llamó De aquí y allá (edi- torial Amanuta). Apareció en una época en que había poca ilus- tración en Chile. Orientado a los niños, se trató de los inmigran- tes y del mestizaje. “Es un libro que trata sobre las etnias que
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