TELL SANTIAGO ABRIL 2019

T odo comenzó con una peonía de color rojo que le llegó de regalo. Era gigante, de esas de exporta- ción. “La miraba todo el rato, en el día, en la noche, le sacaba un pétalo, estudiaba su color. ¡Tenía que repetirlo! Me demoré mucho en llegar a ese tono, pero lo logré y a partir de ese día em- pecé a poner más color en mis cuadros”. ¿Siempre fue arte? Nunca hubo otra carrera. Mi mamá vio que te- nía dedos para el piano cuando era chica y me impulsó a pintar. Me metió en talleres sin parar desde los diez años con reconocidos pintores como Andrés Baldwin, Matías Vergara y Matías Movillo. Ellos me sacaron trote, me enseñaron el manejo de la técnica, el dibujo y el color. Y aunque a veces era muy cansador, a mí me en- cantaba y lo disfrutaba muchísimo. De todas las técnicas que aprendiste, ¿con cuál te quedas? Dibujo y Color, son dos materias muy difíciles de aprender, muy metódicas, donde te enseñan a ser súper disciplinada. Por varios años tuve a Matías Movillo, un profesor que me enseñó am- bas técnicas a la perfección. Era muy exigente conmigo, yo tenía alrededor de once años y él me enseñaba a pintar muy realista. El dibujo y el color debían estar perfectos. Ahora entiendo por qué era tan importante aprenderlo así, por- que cuando lo sabes puedes “desconstruir” y utilizar estas herramientas para poder plantear tu propia problemática. Me raya el calipso, es mi color favorito”.

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