TELL SANTIAGO MARZO 2019

DEPORTE aída milinarsky Fue la competidora más longeva del Ironman 70.3 de Pucón y su historia de vida causó revuelo entre los aficionados al deporte. En esta entrevista, la pediatra cuenta por qué decidió involucrarse competitivamente en el deporte pasados los cincuenta años y qué quiere inculcar en las nuevas generaciones. Por Germán Gautier V. / Fotografía Mariela Sotomayor G. Aída Milinarsky triatleta EL PODER DEL DEPORTE 44 tell. cl E n la sexta vez que Aída Milinarsky compitió en el Iron- man 70.3 de Pucón las cosas le parecieron distintas. Ya no tenía ese tiempo íntimo en que suele llevar su mente a un estricto silencio. Tampoco se sentía tran- quila en la retaguardia del pelotón, donde suele ubi- carse para evitar la efervescencia de la largada y un posible traspié. Esta vez, en la llamada carrera más linda del mun- do, había demasiados ojos encima de ella. ¿Qué había cambiado? Aída tiene setenta y un años, es madre de tres hijos y abuela de sie- te nietos. Vive en Viña del Mar y un mapa de calor diría que el sector del exregimiento Coraceros es su zona de confort. En un edificio vive y en otro trabaja como pediatra. De lunes a viernes sube por la escalera los seis pisos que la dejan en una consulta repleta de dibujos infantiles correctamente enmarcados. Hay niños y familias tan flacas como un palote, hay árboles, nubes, arcoíris y casas con ventanas. Pero también hay una figura que se repite: una cabeza de la que se escapan aros enmarañados, ondas imperfectas. -Los niños son naturales, son espontáneos- afirma. Ellos dicen lo que sienten y cuando entran a mi oficina me preguntan por estas medallas. Y la triatleta Milinarsky se pone de pie y habla de Canadá, de Aus- tria, de Brasil. Habla de kilómetros, de jornadas nocturnas, de ma- res como termas. Palpando una fecha, una ciudad en particular, como si fuera Braille, habla de felicidad interior, de lágrimas. Y luego cae el silencio. Una mujer crespa me mira y lanza: -Estas me las dan por vieja. Y la risa sobrepasa el ruido del metal. MONCKEBERG Aída se tituló de como médico en la Universidad de Chile en 1972. Siete años después había completado la beca de Pediatría que cur- só en la sede de Valparaíso. Nunca dejó de estar cerca de los niños. “En ese tiempo había mucha desnutrición en Chile. A la eminen- cia que fue el doctor (Fernando) Monckeberg tuve la suerte de conocerlo en el Hospital San Borja. Él fue pionero en trabajar el tema de la desnutrición. Esa época fue un Chile de cambio. Pro- gresivamente fuimos pasando de la desnutrición a los problemas nutricionales por sobrepeso”, apunta la doctora Milinarsky. “Así como la expectativa de vida fue creciendo, hoy está disminuyen- do por condiciones crónicas asociadas como la hipertensión o la diabetes”.

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