TELL STGO ENERO 2020
expuestaamuchos estímulos, sonnativos digitales. Uno no puede hacer una clase solo con un plumón y el pizarrón, porque los niños se aburren. Y un niño aburrido en clases es un problema. Entonces hay que innovar. Yo les planteo hacer investigaciones que son súper extrañas, así los motivo. También creo en la pedagogía respetuosa, no impositiva. En mi clase todo se conversa, y eso lleva a conectarse con ellos, que están en la pubertad, y lo valoran. Yo no veo a los alumnos como robots que hay que llenar de contenidos, les enseño para que se desarrollen, a futuro, de una manera óptima. LIQUEN, SEMILLAS Y SUEÑOS En 2014, mientras cursaba un diplomado en el Ins- tituto Austríaco para América Latina, en Viena, junto con otros cincuenta líderes jóvenes, Nadia visitó la oficina austríaca de las Naciones Unidas, donde conoció a Takao Doi, un astronauta japonés de la NASA, que le contó sobre un programa al que había que postular para conseguir instrumentos que ellos donaban a cincuenta colegios, a nivel mundial, con el fin de que investigaran qué semillas podrían lle- gar a ser cultivadas en el espacio. “Al año siguiente, me gané el instrumento, me lo dejaron en el cole- gio”, detalla. Nadia volvió a esa sede de la ONU, en 2016, para exponer un proyecto espacial propio, que “consis- tía en enviar un liquen a la Estación Espacial Inter- nacional, para que sirviera como bio-indicador de contaminación atmosférica con metales pesados. En la Tierra, el liquen absorbe esta contaminación, entonces yo quería ver si en el espacio perdía su ca- pacidad absorbente o la mantenía, pero, también, saber a qué contaminantes estaban expuestos los astronautas”. No le fue muy bien con esa investi- gación: “a nadie le gusta que le digan que su casa está sucia”, indica. Posteriormente ganó una beca para una pasantía intensiva sobre metodologías para “acercar la as- tronomía a los niños con materiales simples”, en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Todo lo anterior, por supuesto, sumó para el Global Tea- cher Prize Chile 2019, cuyas bases obligan a que el sesenta y cinco por ciento de los veintiocho mil dólares del premio sean destinados a fines educa- tivos. Nadia ha pensado en hacer un observatorio o invertir el dinero en divulgación científica. “Estoy viendo”, dice. De su investigación con semillas, en tanto, participan niños de quinto a octavo, que han experimentado con acelgas, cilantro, chícharos, lentejas, perejil y porotos. 27 tell. cl Yo fui una alumna vulnerable... Sufría de déficit atencional con hipoactividad. No generaba problemas en la sala de clases, me quedaba quieta, pero no aprendía. Una característica de esto es que la vida pasa en cámara lenta, mientras que la mente va a mil por hora”. ¿Alguna de esas semillas podría servir para una granja espacial? El chícharo, una legumbre. También estamos potenciando su con- sumo en el sur, pues ha disminuido. Es un alimento muy completo, como la quínoa, el problema es que tiene un sabor muy fuerte. Con tus alumnos también han aportado a la comunidad... Sí, en 2015, reforestamos el Tren-Tren, un cerro sagrado mapuche (de la Región de O’Higgins), con unos quinientos árboles nativos. Después, en Angol, como parte del taller de forjadores ambientales. también vamos a un hogar de ancianos abandonados. Les llevamos flores y plantamos árboles en su huerto. Y conversamos, nos reímos y bailamos. ¿Qué es lo más lindo que te han dicho tus alumnos? En la sala de clases, uno para ellos siempre es lo máximo. Y te dicen que, a futuro, quieren ser como tú, profesores, o preguntan qué tie- nen que hacer para ser científicos o astronautas. Cuando yo estaba entre los cinco finalistas del Global Teacher Prize, me decían: “usted va a ganar, porque es la mejor para nosotros”. Eso significa que uno está haciendo bien la pega. ¿Y qué sueñas para después? Seguir trabajando con mis niños, ya sea en este colegio o en otro, y acercar las ciencias, especialmente, la astronomía, a las aulas. Alguien dijo que si hubiera más conocimiento astronómico habría menos violencia, menos egocentrismo. El universo es tan inmenso... Nosotros nos creemos la gran cosa cuando, en realidad, somos me- nos que un grano de arena. Entonces, creo que hay que enfocar las cosas de esa forma. Y espero seguir ligada a las investigaciones cien- tíficas, y ser un aporte para mi país y para el mundo. T
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDQ4NTc0