Tell Concepcion septiembre 2018
pilar Por Pilar Sordo ESTOY CANSADA (O) C uando he planteado esa pregunta, después de un mo- mento de reflexión, empiezan a aparecer respuestas que sorprenden. Por ejemplo, que el trabajo no me cansa, pero sí el metro o la micro. Que mis hijos e hijas tampoco, pero sí me cansa no tener tiempo para mí. Lo que quiero decir con esta invitación es que esta- mos llenas de frases hechas que, en lo pro- fundo, no significan lo que decimos. A veces, incluso, ni siquiera estamos cansa- dos, pero es tal la costumbre de decirlo que terminamos sintiéndonos así; es como la profecía autocumplida, en el entendimiento de que las palabras generan realidades y que hay que tener cuidado con ellas. Quizás lo que más saben nuestros hijos e hijas de nosotros, como papás y mamás, es que estamos cansados y rápidamente ellos y ellas empiezan a repetirlo y usan esa pa- labra, incluso, para reemplazar otras como tengo pena, estoy aburrida, me siento angus- tiada, y como nos damos poco permiso para mostrar esas facetas de nosotros, decimos, como si fuera “una bolsa de gatos”, estoy cansada, para resu- mir un montón de emociones que no sabemos modificar. Estamos en el último trimestre del año, cuando más que nunca se valida esa palabra, y con esto no estoy diciendo que no nos permitamos decirla y mucho menos sentirla, sino que por lo me- nos sepamos lo que estamos afirmando y podamos meternos dentro de nosotros y evaluemos cómo nos sentimos y sea eso lo que expresamos y no otra cosa. Es tanta la dificultad que en el mundo hispano tene- mos para entender que la fortaleza pasa por la vulnerabilidad, que buscamos como pala- bras tipo que nos permitan seguir funcionan- do todo el tiempo. Otro ejemplo es cuando decimos “estoy bien” como una respuesta automática, sin tener idea de cómo estamos realmente. Es muy probable que si aumentáramos la can- tidad de preguntas diarias a nuestro mundo interno sería más fácil ser honestos y usar las palabras que sentimos y no aquellas que estamos pautados para decir y así seguir fun- cionando, sintiéndonos validados por todos y sin mucho espacio para el mundo interno. Quiero, desde el corazón, invitarles a que se pregunten ¿estoy cansada, en serio, o lo que siento como cansancio es otra cosa que no he logrado descubrir o, lo que es más grave aún, es que ni siquiera me sienta tan cansada, pero esté acostumbrada a decirlo todos los días como una respuesta automática? Lo que sea que te canse, intenta solucionarlo y cambiemos el lenguaje para que cambien las realidades. Hasta el próximo mes. Esta debe ser una de las frases que más escuchamos todos los días y quizás es la que más repetimos cuando nos encontramos con alguien. Pero lo que quiero es invitarlos a reflexionar sobre qué expresamos cuando decimos “estoy cansada(o). Omejor dicho, la pregunta que debiéramos hacernos es ¿qué es lo que nos cansa? 20 tell. cl
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