Tell Concepcion septiembre 2018

39 tell. cl ¿Con cuál te quedas? Las dos caras me fascinan. Uso la pintura como una justificación para que abrace mi dibujo, pues soy más dibujante que pintor. Mu- chos creen que hago traspaso —imprimir las telas—, jamás lo he hecho, pero me gusta el hecho de engañar al otro, que no entienda bien cómo lo hice. Me gusta que la obra no sea inmediatamente decodificable, eso les obliga a estar más de un segundo y medio frente al cuadro. ¡Si logras eso es un éxito! La escultura, en cambio, permite reflejar tu verdad interior. Si bien los primeros pasos son más fáciles que en la pintura, llegar a tener un buen nivel como escultor es muy difícil. ¿Crees que el artista nace o se hace? Yo te puedo hablar de mi caso, y de cómo me ha costado; siempre me gustó y siempre fue lo que hice. Hay una continuidad en mi vida respecto a dedicarle tiempo y trabajo a esto, ¡me he sacado la mu- gre! Trabajo las mismas horas que un tipo en la oficina. Tengo una vida muy ordenada, muy esquematizada, no pinto cuan- do quiero ni cuando tengo ganas, ni cuando viene la musa; no creo en ella, solo creo en el trabajo. El camino que yo he recorrido, tiene que ver un ochenta por ciento con el trabajo, con el machaca, con la investigación y, por supuesto, con la inversión. ¿Y siempre estás con ganas de trabajar? Cuando no estoy con ganas de pintar, llego al taller a ordenar; dis- pongo los acrílicos a un lado, los óleos a otro, ordeno por colores, raspo los conchos de pintura, lavo los pinceles, pongo música, hier- vo agua, me hago un café, creo la atmósfera, y cuando ya tengo las manos sobre la tela empiezo a conversar con ella, me pide y le empiezo a dar... Actualmente Matías está trabajando en una nueva propuesta don- de la luz, la sombra y la degradación, en una sumatoria de capas de colores, producen tramas donde no se sabe cuál vino antes y cuál después; el resultado es una atmósfera con profundidad y luz, donde aparecen personajes u objetos en una escala pequeña que pasan a ser secundarios... De vez en cuando vuelve a sus temas más clásicos, los botes y los caballos. “Hay tres palabras que definen mi vida: la familia, el arte y la mon- taña. A la montaña me he ido acercando lentamente porque le ten- go mucho respeto, es mi gran pasión y me falta abordarla en mi trabajo, es demasiado grande. Llegará el minuto en que me sienta preparado y lo haga”, concluye. El arte se sustenta solo y no tiene que combinar con nada, basta con que el cliente y la obra tengan una conexión”. T

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