Concepcion julio 2018
Para más información, escribir a smcarrasco@vtr.net S an Juan de la Cruz (1542-1591), explica ese tránsito de modo lúdico-onírico: “En una noche oscura/ con ansias en amores inflamada/ ¡oh dichosa ventura!/ salí sin ser notada/ estando ya mi casa sosegada”. Juan, asocia el alma a imagen femenina, que escapa de su morada terrena y se aven- tura por el infinito, y añade: “A oscuras y segura por la secreta es- cala disfrazada./ En la noche dichosa y en secreto, cuando nadie me veía/ ni yo miraba cosa sin otra luz ni guía/ que el corazón ardiente y enajenado”. Juan estuvo preso por una falsa acusación; aunque ya vivía en presi- dio voluntario, desde donde lanzaba su alma al encuentro de la Luz que opaca al mismo sol. En otro verso dice: “Tan embebido (esta- ba), tan absorto y enajenado, que se quedó mi sentido de todo sentir privado/ y el espíritu dotado de un entender no entendiendo/ toda ciencia trascendiendo”. Santa Teresa (1515-1582), la monja reclusa de Ávila, vivió en una época de gigantes; co- noció a Juan de la Cruz, y juntos formaron la Orden Carmelitas Descalzos. Ambos, incan- sables buscadores del fuego que abraza y no quema, vivieron con frugalidad y sencillez, agradecidos del palacio corpóreo que es la plataforma de lanzamiento hacia el abismo del universo: “En esta divina prisión en que vivo, he hecho a Dios mi cautivo./ Y causa en mí tal pasión/ ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero”. Y, en otro: “¡Ay, qué larga es esta vida! / ¡Qué duros estos destie- rros! / ¡Esta cárcel, estos hierros en que el alma está retenida!/ Sólo esperar la salida / Me causa dolor tan fiero. / Que muero porque no muero”. Kabir (app.1440–1518), es un poeta de poderosa influencia so- bre nuevas formas religiosas en la India, como el Bhaktismo y el Sikhismo. Kabir habla del Amor que todo lo puede, que hace dulce aún el trago más amargo; y dice: “El que ha bebido ese néctar, vagará por la vida como un loco". Relaciona el apego a lo material —en cualquiera de sus niveles— como la belleza que cautiva, pero que esclaviza: “¡No te desplaces al jardín lleno de flores!/ ¡Oh amigo! no vayas allí/. En tu cuerpo está el jardín más fragante y florido. / Siéntate sobre los mil pétalos de loto y contempla ahí la verdadera Belleza”. En otros versos asimila el abrazo místico al regazo materno: “¿Veré amanecer el día, ¡Oh Madre Divina!,/ en que al pronunciar Tu Nombre afluyan a mis ojos torrentes de lágrimas/ inundando los bancos de arena de mi ignorancia,/ y acabando con la aridez de mi corazón?”. A veces se pregunta si la sapiencia lo puede alejar del Amor: “¿Florecerá (en mí) el loto luminoso de la sabiduría, que disipe para siempre mis tinieblas?/ No. Sólo quiero tu presencia ¡Oh Madre Mía y Señora de la Creación Permanente!”. Meera Bai, o Mirabai (1498–1546) princesa de Mewarh, India. Renunció a su privilegia- da posición, y vivió como monja y esposa de Krishna. Su poesía describe la pasión que la consume: “Estoy enloquecida, trastornada por el Amor/ y nadie entiende mi entrega./ Quién está malherido entiende su agonía; un joyero conoce el valor de su joya./ Así, sólo la enamorada sabe cómo el fuego le consume el corazón”. Su diario encuentro extático es unión erótica: “Mi Amado ha vuelto a casa; Él, a quién añoraba, ha venido a abrazarme./ Apenas ya se acerca siento su calor./ Nues- tro regocijo llena el valle de felicidad. Los pavos reales danzan ebrios de alegría./ Mi Señor, no te vayas, hazme tuya eternamen- te”. O bien: “Mi Señor me cubre de amor,/ mi miseria de vagar por el mundo ha termi- nado./ El lirio estalla en flor a la vista de la luna; (así) mi corazón florece de alegría./ La quietud impregna este cuerpo mío;/ su es- tancia llena mi casa de dicha./ El dolor de la dualidad ha desaparecido”. Juan, Teresa, Kabir, Mirabai, no hacen diferencias ni separan. Recluidos, lejos del bullicio, en simples rutinas abrían la mente a la inseminación que causa la creación. Hoy, las universidades, herederas de la rica tradición escolástica, gustan de llamarse “claustros”. Pero, en ellas no hay lugar para el goce contemplati- vo, ni la búsqueda de la trascendencia que supera la ciencia. Si no se han vuelto sitios oscuros, densos, odiosos, donde hasta se discurre cómo destruir a la sociedad. Aunque, quizás no sea tan malo. Siendo que el sistema educacional se ha transformado en una caverna, tal vez luego vendrá el proceso reverso y el espíri- tu desesperado de tanta ignorancia volará otra vez a la Luz, Ex umbra in solem. Escuché el clamor enardecido por educación no sexista; vi claustros retenidos por iracundas estudiantes. Entonces, calmé mi espanto al recordar cuatro poetas, dos hombres y dos mujeres; dos de Occidente, dos de Oriente. Cuatro, que sí sabían de no sexismo, porque lo sublimaron. También enclaustrados, pero sin violencia alguna, llevaron el alma desde la discordia a la Unidad. asia donde vamos Por Sergio Melitón Carrasco Álvarez Ph.D. 64 tell. cl Poesía no sexista
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